sábado, 24 de febrero de 2018

Ir y quedarse, y con quedar partirse: La respuesta a "¿Te quieres quedar a hacer la residencia en casa?"

Con este verso del Fénix de los Ingenios (Lope de Vega) abro una pregunta que las buenas gentes de mi hospital y de mi entorno me hacen muy a menudo: ¿Engrosarás las listas de residentes que se han formado en el Hospital General Universitario? o su forma equivalente ¿Qué quieres hacer de MIR? Y la respuesta es la siguiente: Si te soy sincero, no tengo ni la más remota idea ni quiero hacerme excesivas pajas mentales en el asunto. Como todos, tengo una serie de preferencias. No obstante, me parece contraproducente obcecarme en exceso en esa lista cuadriculada, porque si uno se obsesiona con ella, pierde la línea del presente y se convierte en pasto de los nervios. Una vez tenga el número de orden (que voy a luchar para que sea el mejor posible), vea qué puedo hacer con él y haga una sesuda reflexión, ya veremos. 

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Qué voy a hacer
Je ne sais pas 
Qué voy a hacer 
Je ne sais plus 
Qué voy a hacer 
Je suis perdu...


Manu Chao resumió en una canción las cábalas de muchos médicos.

Y es que el examen MIR, como me dijo cierta residente de otorrino y ratificó cierto cirujano maxilofacial, es un examen que haces prácticamente a ciegas al que confías tu destino a un resultado muchas veces incierto y que con una p<0,05 te enviará a cualquier rincón de este país, y muy probablemente, lejos de papi y de mami. Por ello, es fundamental tener una mente abierta y estar preparado para cualquier tipo de sorpresa y escenario posible, desde un 220 y empezar a preguntar por los servicios de Dermatología del Valle de Hebrón o La Paz, hasta un 4521 y preguntar por Zonas Básicas de Salud para hacer Familia en las provincias de Valencia, Alicante o Albacete (por poner un ejemplo).

Quizás por esta razón es más fácil acertar con tu destino al responder a la pregunta ¿Qué no quieres hacer con tu vida? y yo ya tengo mis respuestas: nada de laboratorio ni con números en exceso. Al que le interese ese tipo de especialidades, se las regalo.

Hay amigos míos que me dicen, conscientes de gran parte de la problemática que puede haber conmigo por mi pasado más o menos turbulento (un pasado que me tiende a perseguir y poner contra las cuerdas y contra la gente): Oye, tío, que puedes empezar una nueva vida en Albacete y que vea la gente lo que has cambiado. Yo les digo que sí, pero, ¿me interesa formarme aquí? Eso es otra película. Si bien es cierto que la gente es muy buena, muy maja y me conocen ya... ¿Cumple con los requisitos ideales para que yo pueda formarme? Eso es una pregunta que solo yo, con el conocimiento adquirido en las jornadas postMIR y visitando hospitales, puedo responderla.

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Hay respuestas que solo se encuentran echándose a la carretera al amanecer y llegando a los sitios a la hora de merendar para preguntar qué hay y qué se hace allí.

Además, yo no entiendo la residencia como un proceso para solventar mis problemas o darle un revulsivo a mi existencia. La residencia es para lo que es: un método para formarme como médico especialista y empezar a currar. Y para nada más, porque,seamos francos, no sirve para nada más. El que haga el MIR por el espíritu de aventura; por tener, como Roberto Carlos, un millón de dólares amigos y así más pasta mandar al Panamá y así más peña poder curar; por huir de su pasado o por encontrar el amor verdadero, me alegro por él y espero de todo corazón que encuentre lo que busca, porque de lo contrario, se tornará un amargado y pasará del millón de amigos al gato que está triste y azul. Algunos hemos planteado nuestra existencia de forma que el centro de nuestra felicidad somos nosotros mismos y desde la perspectiva de que no podemos vivir por los demás, con nuestro mismo mecanismo y que la gente, quitando contadas excepciones, viene y va y buscamos formarnos, satisfacer nuestros caprichitos en la medida de lo posible, no matar a nadie y no acabar inhabilitados por las más variopintas razones o de compañeros de celda de los "Jordis".

Consciente que el pasado no se puede cambiar, pero el futuro puede ser diferente (o no) y me da igual en buena medida, porque no solo depende de mí, sino que también depende del vecino. Y conscientes que la gente, como diría cierta canción de Up with people!, la hay donde quiera que vas y que, como dirían en el anuncio de Aquarius (R), el ser humano es extraordinario, declaro mi renuncia frontal a tratar de complacer a todo el mundo, sino mi compromiso a realizar mi trabajo, que es ayudar a la gente, mantener mis formas, una correcta actitud  y la relación profesional más cordial y plena y no invadir las vidas de los demás si no soy invitado a entrar en ellas. De esta manera, creo que yo tengo la libertad que necesito y los demás no son invadidos por mí de forma incómoda y me centro el lo que me parece importante y en lo único que puedo influenciar: Lo que depende de mí.

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