
Qué voy a hacer
Je ne sais pas
Qué voy a hacer
Je ne sais plus
Qué voy a hacer
Je suis perdu...
Manu Chao resumió en una canción las cábalas de muchos médicos.
Y es que el examen MIR, como me dijo cierta residente de otorrino y ratificó cierto cirujano maxilofacial, es un examen que haces prácticamente a ciegas al que confías tu destino a un resultado muchas veces incierto y que con una p<0,05 te enviará a cualquier rincón de este país, y muy probablemente, lejos de papi y de mami. Por ello, es fundamental tener una mente abierta y estar preparado para cualquier tipo de sorpresa y escenario posible, desde un 220 y empezar a preguntar por los servicios de Dermatología del Valle de Hebrón o La Paz, hasta un 4521 y preguntar por Zonas Básicas de Salud para hacer Familia en las provincias de Valencia, Alicante o Albacete (por poner un ejemplo).
Quizás por esta razón es más fácil acertar con tu destino al responder a la pregunta ¿Qué no quieres hacer con tu vida? y yo ya tengo mis respuestas: nada de laboratorio ni con números en exceso. Al que le interese ese tipo de especialidades, se las regalo.
Hay amigos míos que me dicen, conscientes de gran parte de la problemática que puede haber conmigo por mi pasado más o menos turbulento (un pasado que me tiende a perseguir y poner contra las cuerdas y contra la gente): Oye, tío, que puedes empezar una nueva vida en Albacete y que vea la gente lo que has cambiado. Yo les digo que sí, pero, ¿me interesa formarme aquí? Eso es otra película. Si bien es cierto que la gente es muy buena, muy maja y me conocen ya... ¿Cumple con los requisitos ideales para que yo pueda formarme? Eso es una pregunta que solo yo, con el conocimiento adquirido en las jornadas postMIR y visitando hospitales, puedo responderla.

Hay respuestas que solo se encuentran echándose a la carretera al amanecer y llegando a los sitios a la hora de merendar para preguntar qué hay y qué se hace allí.
Además, yo no entiendo la residencia como un proceso para solventar mis problemas o darle un revulsivo a mi existencia. La residencia es para lo que es: un método para formarme como médico especialista y empezar a currar. Y para nada más, porque,seamos francos, no sirve para nada más. El que haga el MIR por el espíritu de aventura; por tener, como Roberto Carlos, un millón de
Consciente que el pasado no se puede cambiar, pero el futuro puede ser diferente (o no) y me da igual en buena medida, porque no solo depende de mí, sino que también depende del vecino. Y conscientes que la gente, como diría cierta canción de Up with people!, la hay donde quiera que vas y que, como dirían en el anuncio de Aquarius (R), el ser humano es extraordinario, declaro mi renuncia frontal a tratar de complacer a todo el mundo, sino mi compromiso a realizar mi trabajo, que es ayudar a la gente, mantener mis formas, una correcta actitud y la relación profesional más cordial y plena y no invadir las vidas de los demás si no soy invitado a entrar en ellas. De esta manera, creo que yo tengo la libertad que necesito y los demás no son invadidos por mí de forma incómoda y me centro el lo que me parece importante y en lo único que puedo influenciar: Lo que depende de mí.
